UNA HISTORIA ESPECIAL: MARTYN CLARKE, UN JUGADOR MALVINENSE, PRACTICO AYER CON LA RESERVA DE BOCA EN CASA AMARILLA
WALTER RAIÑO Y MIGUEL FRIA
El fútbol, tantas veces acusado de fomentar nacionalismos absurdos, ayer obró de manera inversa. Martyn Clarke, un malvinense de 19 años, practicó por la tarde con la reserva de Boca, fue muy bien recibido por el resto de los futbolistas y será probado durante 25 días en el club. El chico, que tenía dos años durante la Guerra de Malvinas, se entrenó, hizo un par de goles y eludió -abrumado- al periodismo. Aunque por momentos quedó al otro lado de una muralla idiomática, dejó la frase: El fútbol es un lenguaje universal, que supera cualquier frontera política o geográfica.Clarke juega en The Globe, uno de los cinco equipos de la liga de Malvinas (la base militar formó otros seis), y además hace tareas de mantenimiento en la municipalidad de Puerto Argentino. En marzo conoció, en las islas, a Esteban Cichello, el argentino que había gestionado la conferencia que Diego Maradona dio en la Universidad de Oxford en 1996. Cichello lo vio jugar y le preguntó qué equipo argentino conocía. El chico, que sólo había jugado partidos en Malvinas y en Chile, le habló del remoto Boca y le confesó su sueño de ser profesional. Al mes, Cichello se comunicó con Mauricio Macri, quien aceptó que el isleño se probara en Boca y que viviera en la pensión de Casa Amarilla.Clarke llegó a Ezeiza el domingo y, a las pocas horas, fue invitado por Maradona a ver Boca-Independiente en su palco de la Bombonera. Vivir en unas islas de 2.200 habitantes y asistir, de pronto, a un partido con 35.000 fanáticos -y con un mito viviente al lado- puede descolocar a cualquiera. Martyn se emocionó, ponderó sin reparos a Juan Román Riquelme y a Martín Palermo y terminó cenando pizza con Diego.
Ayer, jugó por primera vez junto a juveniles y algunos profesionales en Casa Amarilla. Parado como centrodelantero, hizo dos goles tras pases de Silvio Carrario. Más de treinta periodistas lo observaban y, desde las gradas, un hincha le gritó: Déjenlo patear un par de penales. Si los hace, que entre contra Racing por Palermo. Clarke intentó una chilena, fallida: con su 1,87 m, y sus 82 kg, debió soportar otras comparaciones burlonas con el nueve de Boca.Martyn pertenece a una familia con tres generaciones de malvinenses, aunque sus padres decidieron que naciera en un hospital de Plymouth, Inglaterra. Su madre, Julie, es dueña de un importante pub isleño, que por estos días recibe al primer contingente de argentinos desde la guerra.
A los 16 años, Clarke comenzó a jugar en la selección de Malvinas, donde el fútbol es uno de los pocos divertimentos. Ahora intenta triunfar en el país que alguna vez fue enemigo: un sitio inesperado para cumplir sus sueños.
http://www.clarin.com/diario/1999/08/11/r-04701d.htm
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